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  1. 026. Autor: Juan Ruiz Arcipreste de Hita.
    Título: Libro del buen amor. – {1330} [Madrid: Espasa Calpe, 2008. 434 pp]. {Incluye introducción completa, notas y glosario}
    El libro de buen amor se escribió en la primera mitad del siglo XIV, momento de grandes guerras, enfermedades, enfrentamientos y movilidad política. Todo este contexto hizo que las ciudades se convirtieran en espacios más seguros y se empezó a consolidar lo urbano como un lugar social importante. El libro de Juan Ruiz, muestra cómo este cambio produjo una serie de transformaciones para las cuales el sistema feudal no estaba preparado. Para entender la lectura que se puede hacer de El libro del buen amor, es necesario ver que se enmarca en una sociedad del bajo medioevo que finaliza. En esta sociedad, la ciudad empieza a convertirse en el centro económico, social y político. La edad media de esta época se dividía en tres estamentos claros: los clérigos, los caballeros y los labradores; este orden, que era dictaminado por dios, se empezó a ver trucado debido a la aparición del comercio, el dinero y el trabajo de las ciudades. Si bien en un orden feudal clásico era claro quién era el dueño de las tierras (el señor), con la aparición de una nobleza que reclamaba para sí posesiones de dinero y derechos de sangre; el orden social se trastornó. De esta movilidad social se produjo una tensión entre el poder del papa y el de la monarquía (el rey). Se produjeron en esta época una serie de transformaciones normativas que dieron como resultado el fortalecimiento de la nobleza como grupo social poderoso y la normativización de la vida privada de los clérigos.
    Así, la iglesia tuvo una serie de cambios tanto para los clérigos (de los cuales Juan Ruiz formaba parte), como para los fieles y seguidores. Se fomentó la educación de los sacerdotes, se buscó una homogenización de los deberes y derechos, se instauró la confesión obligatoria una vez al mes, se decretó el celibato y se prohibieron las prácticas de concubinato y convivencia para los clérigos. Además se implantaron órdenes mendicantes urbanas, las cuales iniciaron el proceso de la mendicidad como forma de contrición por los pecados. Todo esto se hizo para que los sacerdotes se pudieran controlar bajo las ideas de la iglesia romana y no de las normas de la monarquía. Estos cambios obligaron a la escritura de catecismos, de normas y de textos didácticos para que los clérigos aprendieran sus nuevos deberes como miembros de la iglesia. Así, fue obligación de los sacerdotes que eran letrados o alfabetos, escribir catecismos o textos didácticos que enseñaran las obligaciones de los clérigos; en este grupo se inscribe El libro del buen amor. El arcipreste, como funcionario religioso, tenía por obligación servir de lao de unión entre los altos mandos de la iglesia y los curas de las parroquias; por esto se piensa que este libro tenía como público objetivo a los sacerdotes de bajos escalafones de la iglesia católica. Aunque también se entiende este libro a partir de una exhortación a las mujeres (y en especial al público urbano) que juzgue y vea como inapropiado el acostarse con clérigos, dado que los catecismos no estaban armados para castigar a los clérigos por amancebarse, sino en persuadir y castigar a las mujeres de que lo hicieran.
    No se sabe mucho del autor, más que lo que dice el libro. De todas formas, muchas de las cosas narradas en este libro no se pueden interpretar como autobiográficas, dado que es claramente una compilación de otros textos (ovidianos, etc.), los cuales están unidos por una voz aparentemente autobiográfica. La única acción de la voz narrativa es buscar compañía femenina, poco se habla de las acciones religiosas; es así que en su carácter didáctico, el libro se lee como un llamado de atención al público en general, sobre los peligros de la carne: sus temas principales son el concubinato y la didáctica del catecismo.
    Si es posible encontrar una función para El libro del buen amor, es claro que es la de enseñar, por medio de historias, normas y comportamientos adecuados de los clérigos. La construcción de libros como este, funcionaban como herramientas de control de las minorías letradas para delimitar los alcances y deberes de todos los miembros de la iglesia. En el bajo medioevo había una serie de tradiciones, tanto orales como escritas, que entraban en conflicto con la iglesia; por ello, se buscó que una serie de textos que usaran el idioma castellano y el didactismo, sirvieran como pelea para esas tradiciones orales. Por ello, desde el siglo XIII se desarrolló el Mester de clerecía: poemas que utilizaban la cuaderna vía (4 versos alejandrinos). Los autores de estos poemas eran clérigos con vastos conocimientos que, con estos versos, tomaban distancia de la tradición juglaresca (conexión entre la alta cultura latina y la cultura juglaresca).
    El libro del buen amor tiene como tema central el amor: cómo conseguirlo y cuál es la forma lícita de tenerlo. Estas historias se cuentan con un tono moralizante que se aclara al inicio con un análisis sobre el papel del lector y del autor (y de las diversas interpretaciones que puede tener un texto). El libro narra en primera persona las conquistas y los desamores del Arcipreste, las cuales son comentadas, explicadas por medio de fábulas, juzgadas y calificadas por el autor; así el libro tiene una serie de historias independientes, las cuales son unidas por un hilo narrativo. En este libro se observa la arraigada fe del autor y la creencia del perdón de los pecados por medio de la confesión y las oraciones (y el dinero). Narra historias realistas y urbanas (excepto por las de las serranas), en las cuales se usa el humor para enseñar y no el castigo; para ello utiliza lenguaje popular y desenfadado.
    El libro está armado no desde la dualidad del amor, sino desde una estructura tripartita: de ahí la importancia de un personaje como la celestina: Trotaconventos. El libro está construido a partir de la lucha de la iglesia por las conductas individuales de las ciudades, con la idea de la responsabilidad personal del pecador ante dios. Esto refleja la aparición de varios elementos de la nueva cristiandad: la aparición del purgatorio como espacio para limpiar las culpas; la aparición del arrepentimiento como posible salida del infierno; la necesidad de la confesión, de la penitencia y de la caridad; la existencia de normas para el control de la sexualidad de la población; la internación del pecado en la conciencia de las personas, la relación entre el confesor y el juez. Todo esto narrado en tres instancias que van de lo personal a lo universal y que se relacionan de manera alegórica: el deseo personal que se repite día a día, el ciclo de las estaciones y el ciclo de la vida y la muerte.
    Argumento:
    Es posible dividir el libro del Arcipreste de Hita en varios apartados (que no están en el libro) pero que ayudan a entender mejor la obra.
    (a. Introducción y prólogos: en prosa y en verso. V 1-43) El libro se inicia con una oración a dios y a la virgen en la cual se pide que se lo libere de la prisión (¿real o alegórica?). Se describen las dos intenciones del libro: una didáctica (enseñar el buen comportamiento) y una artística (ofrecer buenos versos). Uno de los elementos más interesantes del inicio es la inclusión de la interpretación del lector, dado que puede interpretarlo bien (desde la moral) o mal (como instrucciones para el “loco amor” y la seducción). Recalca al final las dos lecturas, propias del medioevo: quien lo lea superficialmente leerá solo el loco amor, quien lo lea de manera alegórica, leerá el buen amor (el amor de dios). Finaliza con los gozos a Santa María.
    (b. Disputa entre griegos y romanos. Invocación a Aristóteles. V 44-76) En este pasaje, el autor retoma la idea de la buena o mala interpretación. Para sustentar su idea ejemplifica todo con el ejemplo de cómo los romanos (ignorantes) no supieron interpretar bien las enseñanzas de los griegos. Después aparece la voz en primera persona donde, basado en Aristóteles, critica el libre albedrío y sustenta que buscar mujeres es propio de la naturaleza; lo ejemplifica con tres argumentos: por naturaleza, por los astros y por costumbre.
    (c. Tres primeros fracasos amorosos. V 77-180) Narra los tres primeros fracasos amorosos: el primero con una dama de nobleza; la segunda con una mujer de bajo estrato y no santa; la tercera con una dama noble y de buen linaje, que lo rechaza por tacañería. La primera conquista está intercalada con una fábula, la segunda con la simbología cristiana (ella se llama Cruz) y a tercera con la didáctica de la tacañería.
    (d. Disputa con Don Amor. V 181-575) Aparece un vecino en casa del Arcipreste: Don Amor. Él se encarga de hablarle de los siete pecados capitales, el apartado más grande de lecciones doctrinales. Este es el primer quiebre del libro: aquí hay un conocimiento (que explica por qué le fue tan mal antes). Don Amor le explica los errores que cometió: hacer el amor público, no elegir bien el objeto amado o el mensajero y mostrar las carencias económicas. Por ello, Don Amor da consejos al Arcipreste para que no vuelva a cometer los errores, y caracteriza a la amada, al amante y al mensajero ideal.
    (e. Doña Endrina y Don Melón. V 576-909) Es la segunda historia más extensa. Empieza como si le hubiera ocurrido al Arcipreste, pero termina aclarando que no le ocurrieron a él, sino que es una adaptación de un cuento de Ovidio (Pánfilo). Narra cómo para tapar una violación, el remedio es el matrimonio. Aquí se cuenta cómo el arte y el esfuerzo (la educación) pueden transformar al sujeto. Así los tres poderes que debe tener el sujeto pueden ser el amor, el dinero o el arte. Es la primera vez que interviene Trotaconventos como celestina de los amores del Arcipreste.
    (f. Pelea con Trotaconventos. V 910-944) Conquista con buen final, pero se centra en la desavenencia que tiene con Trotaconventos por llamarla “urraca, pícara, parladera”. El arcipreste conquista una niña de pocos años, pero la mensajera los hace públicos por venganza. El arcipreste le pide disculpas a Trotaconventos y esta sale desnuda por la calle a decir incoherencias para que la crean loca y no den fe a lo que dijo antes. Al final, la niña muere y el Arcipreste cae enfermo.
    (g. Las serranas. V 950-1066) En estas tres historias se invierte lo urbano a lo rural. Son cuatro historias en las cuales las mujeres toman la iniciativa y que muestran la contraposición de la naturaleza y la ciudad. Se muestran los deseos primarios no cubiertos por modales o convenciones.
    (h. Batalla de Carnal y Cuaresma; triunfo de Carnal y Amor. V 1067-1314) Es un cuento alegórico de los ritos de la cuaresma. Carnal representa el carnaval, Doña Cuaresma la moral religiosa: hay una batalla donde los soldados son la comida típica del carnaval y la comida de la cuaresma. Don Carnal pierde, se le toma confesión y sufre la penitencia de comer vegetales, rezar y auto flagelarse. El día de la resurrección hace que vuelva Don Carnal con Don Amor, Doña Cuaresma huye. Los dos ganadores son recibidos en procesión de la ciudad. Don Amor decide hospedarse en casa del Arcipreste pero la ve pobre, entonces arma una tienda que, alegóricamente, representa las estaciones y los meses del año.
    (i. Doña Garoza. V 1315-1507) Después de dos historias cortas de amor fallido, aparece la historia más extensa del libro. Se trata de la historia de amor con una monja en la cual trotaconventos tiene un papel muy importante. Es ella quien elige a la mujer, y quien en la mayor parte del texto dialoga con Garoza para que reciba al Arcipreste como amante. Estos diálogos son intercalados con 10 historias de animales que sustentan la visión de cada una: Trotaconventos convenciendo y Garoza resistiéndose. Al final Garoza pide a Trotaconventos que le describa al Arcipreste, ella la convence con la descripción y acepta que la vaya a visitar. Una vez se conocen se enamoran uno del otro. La historia termina rápidamente, con la muerte de Garoza dos meses después.
    (j. Muerte de Trotaconventos. V 1508-1578) Después de una historia corta, en la cual el Arcipreste intenta enamorarse de una mora, pero no lo logra al no poderse comunicar con ella, sigue la muerte de Trotaconventos. Sin explicaciones previas, Trotaconventos muere, lo que lleva a una reflexión del Arcipreste sobre la vida y la muerte. Es el segundo momento de rompimiento de la obra. Ante la muerte de su celestina, el Arcipreste sufre mucho y hace un largo epitafio: habla de la muerte como enemiga del mundo y como la falta de vida y dinamismo. Reflexiona sobre la posibilidad de la muerte y que solo el hacer cosas buenas hace que aseguremos una buenaventura eterna (la riqueza no es mala en sí sino usarla para salvar el alma). También retoma la imagen de Cristo para hacer entender cómo el pecado en sí no envía al infierno, sino que es posible salvarse con actos de contrición y caridad.
    (k. Las armas del cristiano. V 1579-1617) Es la parte más doctrinal del libro. En ella se describen lo que puede hacer un buen cristiano para combatir el mal. Por ejemplo: para combatir la codicia, está el bautismo, etc. Termina con una descripción de las buenas propiedades de las damas pequeñas.

    (l. Última aventura y fin del libro V. 1618-1634) Ya sin Trotaconventos, el Arcipreste encuentra un nuevo mensajero que es poco prudente. Este mensajero (Hurón) va por todo el mercado preguntando sin temor por quién quiere ser amante del Arcipreste. El libro termina retomando la idea de la interpretación que está desarrollada al inicio del libro y con un permiso a que el libro sea completado y que se debe circular libremente.

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