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Autor: Juan Ruiz Arcipreste de Hita.
Título:
Libro del buen amor. – {1330} [Madrid:
Espasa Calpe, 2008. 434 pp]. {Incluye introducción completa, notas y glosario}
El libro de buen amor se escribió en la primera mitad del siglo
XIV, momento de grandes guerras, enfermedades, enfrentamientos y movilidad
política. Todo este contexto hizo que las ciudades se convirtieran en espacios
más seguros y se empezó a consolidar lo urbano como un lugar social importante.
El libro de Juan Ruiz, muestra cómo este cambio produjo una serie de
transformaciones para las cuales el sistema feudal no estaba preparado. Para
entender la lectura que se puede hacer de El
libro del buen amor, es necesario ver que se enmarca en una sociedad del
bajo medioevo que finaliza. En esta sociedad, la ciudad empieza a convertirse
en el centro económico, social y político. La edad media de esta época se
dividía en tres estamentos claros: los clérigos, los caballeros y los
labradores; este orden, que era dictaminado por dios, se empezó a ver trucado
debido a la aparición del comercio, el dinero y el trabajo de las ciudades. Si
bien en un orden feudal clásico era claro quién era el dueño de las tierras (el
señor), con la aparición de una nobleza que reclamaba para sí posesiones de
dinero y derechos de sangre; el orden social se trastornó. De esta movilidad
social se produjo una tensión entre el poder del papa y el de la monarquía (el
rey). Se produjeron en esta época una serie de transformaciones normativas que
dieron como resultado el fortalecimiento de la nobleza como grupo social poderoso
y la normativización de la vida privada de los clérigos.
Así,
la iglesia tuvo una serie de cambios tanto para los clérigos (de los cuales
Juan Ruiz formaba parte), como para los fieles y seguidores. Se fomentó la
educación de los sacerdotes, se buscó una homogenización de los deberes y
derechos, se instauró la confesión obligatoria una vez al mes, se decretó el
celibato y se prohibieron las prácticas de concubinato y convivencia para los
clérigos. Además se implantaron órdenes mendicantes urbanas, las cuales
iniciaron el proceso de la mendicidad como forma de contrición por los pecados.
Todo esto se hizo para que los sacerdotes se pudieran controlar bajo las ideas
de la iglesia romana y no de las normas de la monarquía. Estos cambios
obligaron a la escritura de catecismos, de normas y de textos didácticos para
que los clérigos aprendieran sus nuevos deberes como miembros de la iglesia. Así,
fue obligación de los sacerdotes que eran letrados o alfabetos, escribir
catecismos o textos didácticos que enseñaran las obligaciones de los clérigos;
en este grupo se inscribe El libro del
buen amor. El arcipreste, como funcionario religioso, tenía por obligación
servir de lao de unión entre los altos mandos de la iglesia y los curas de las
parroquias; por esto se piensa que este libro tenía como público objetivo a los
sacerdotes de bajos escalafones de la iglesia católica. Aunque también se
entiende este libro a partir de una exhortación a las mujeres (y en especial al
público urbano) que juzgue y vea como inapropiado el acostarse con clérigos,
dado que los catecismos no estaban armados para castigar a los clérigos por
amancebarse, sino en persuadir y castigar a las mujeres de que lo hicieran.
No se sabe mucho
del autor, más que lo que dice el libro. De todas formas, muchas de las cosas
narradas en este libro no se pueden interpretar como autobiográficas, dado que
es claramente una compilación de otros textos (ovidianos, etc.), los cuales
están unidos por una voz aparentemente autobiográfica. La única acción de la
voz narrativa es buscar compañía femenina, poco se habla de las acciones
religiosas; es así que en su carácter didáctico, el libro se lee como un
llamado de atención al público en general, sobre los peligros de la carne: sus
temas principales son el concubinato y la didáctica del catecismo.
Si es posible
encontrar una función para El libro del
buen amor, es claro que es la de enseñar, por medio de historias, normas y
comportamientos adecuados de los clérigos. La construcción de libros como este,
funcionaban como herramientas de control de las minorías letradas para
delimitar los alcances y deberes de todos los miembros de la iglesia. En el
bajo medioevo había una serie de tradiciones, tanto orales como escritas, que
entraban en conflicto con la iglesia; por ello, se buscó que una serie de
textos que usaran el idioma castellano y el didactismo, sirvieran como pelea
para esas tradiciones orales. Por ello, desde el siglo XIII se desarrolló el Mester de clerecía: poemas que
utilizaban la cuaderna vía (4 versos alejandrinos). Los autores de estos poemas
eran clérigos con vastos conocimientos que, con estos versos, tomaban distancia
de la tradición juglaresca (conexión entre la alta cultura latina y la cultura
juglaresca).
El libro del buen amor tiene como tema central el amor: cómo
conseguirlo y cuál es la forma lícita de tenerlo. Estas historias se cuentan
con un tono moralizante que se aclara al inicio con un análisis sobre el papel
del lector y del autor (y de las diversas interpretaciones que puede tener un
texto). El libro narra en primera persona las conquistas y los desamores del
Arcipreste, las cuales son comentadas, explicadas por medio de fábulas,
juzgadas y calificadas por el autor; así el libro tiene una serie de historias
independientes, las cuales son unidas por un hilo narrativo. En este libro se
observa la arraigada fe del autor y la creencia del perdón de los pecados por
medio de la confesión y las oraciones (y el dinero). Narra historias realistas
y urbanas (excepto por las de las serranas), en las cuales se usa el humor para
enseñar y no el castigo; para ello utiliza lenguaje popular y desenfadado.
El libro está
armado no desde la dualidad del amor, sino desde una estructura tripartita: de
ahí la importancia de un personaje como la celestina: Trotaconventos. El libro
está construido a partir de la lucha de la iglesia por las conductas
individuales de las ciudades, con la idea de la responsabilidad personal del
pecador ante dios. Esto refleja la aparición de varios elementos de la nueva
cristiandad: la aparición del purgatorio como espacio para limpiar las culpas;
la aparición del arrepentimiento como posible salida del infierno; la necesidad
de la confesión, de la penitencia y de la caridad; la existencia de normas para
el control de la sexualidad de la población; la internación del pecado en la
conciencia de las personas, la relación entre el confesor y el juez. Todo esto
narrado en tres instancias que van de lo personal a lo universal y que se
relacionan de manera alegórica: el deseo personal que se repite día a día, el
ciclo de las estaciones y el ciclo de la vida y la muerte.
Argumento:
Es posible
dividir el libro del Arcipreste de Hita en varios apartados (que no están en el
libro) pero que ayudan a entender mejor la obra.
(a. Introducción y prólogos: en prosa y en
verso. V 1-43) El libro
se inicia con una oración a dios y a la virgen en la cual se pide que se lo
libere de la prisión (¿real o alegórica?). Se describen las dos intenciones del
libro: una didáctica (enseñar el buen comportamiento) y una artística (ofrecer
buenos versos). Uno de los elementos más interesantes del inicio es la inclusión
de la interpretación del lector, dado que puede interpretarlo bien (desde la
moral) o mal (como instrucciones para el “loco amor” y la seducción). Recalca
al final las dos lecturas, propias del medioevo: quien lo lea superficialmente
leerá solo el loco amor, quien lo lea de manera alegórica, leerá el buen amor
(el amor de dios). Finaliza con los gozos a Santa María.
(b. Disputa entre griegos y romanos.
Invocación a Aristóteles. V 44-76)
En este pasaje, el autor retoma la idea de la buena o mala interpretación. Para
sustentar su idea ejemplifica todo con el ejemplo de cómo los romanos
(ignorantes) no supieron interpretar bien las enseñanzas de los griegos. Después
aparece la voz en primera persona donde, basado en Aristóteles, critica el
libre albedrío y sustenta que buscar mujeres es propio de la naturaleza; lo
ejemplifica con tres argumentos: por naturaleza, por los astros y por
costumbre.
(c. Tres primeros fracasos amorosos. V
77-180) Narra los tres
primeros fracasos amorosos: el primero con una dama de nobleza; la segunda con
una mujer de bajo estrato y no santa; la tercera con una dama noble y de buen
linaje, que lo rechaza por tacañería. La primera conquista está intercalada con
una fábula, la segunda con la simbología cristiana (ella se llama Cruz) y a
tercera con la didáctica de la tacañería.
(d. Disputa con Don Amor. V 181-575) Aparece un vecino en casa del Arcipreste:
Don Amor. Él se encarga de hablarle de los siete pecados capitales, el apartado
más grande de lecciones doctrinales. Este es el primer quiebre del libro: aquí
hay un conocimiento (que explica por qué le fue tan mal antes). Don Amor le
explica los errores que cometió: hacer el amor público, no elegir bien el
objeto amado o el mensajero y mostrar las carencias económicas. Por ello, Don Amor
da consejos al Arcipreste para que no vuelva a cometer los errores, y
caracteriza a la amada, al amante y al mensajero ideal.
(e. Doña Endrina y Don Melón. V 576-909) Es la segunda historia más extensa. Empieza
como si le hubiera ocurrido al Arcipreste, pero termina aclarando que no le
ocurrieron a él, sino que es una adaptación de un cuento de Ovidio (Pánfilo). Narra cómo para tapar una
violación, el remedio es el matrimonio. Aquí se cuenta cómo el arte y el
esfuerzo (la educación) pueden transformar al sujeto. Así los tres poderes que
debe tener el sujeto pueden ser el amor, el dinero o el arte. Es la primera vez
que interviene Trotaconventos como celestina de los amores del Arcipreste.
(f. Pelea con Trotaconventos. V 910-944) Conquista con buen final, pero se centra
en la desavenencia que tiene con Trotaconventos por llamarla “urraca, pícara,
parladera”. El arcipreste conquista una niña de pocos años, pero la mensajera
los hace públicos por venganza. El arcipreste le pide disculpas a
Trotaconventos y esta sale desnuda por la calle a decir incoherencias para que
la crean loca y no den fe a lo que dijo antes. Al final, la niña muere y el
Arcipreste cae enfermo.
(g. Las serranas. V 950-1066) En estas tres historias se invierte lo
urbano a lo rural. Son cuatro historias en las cuales las mujeres toman la
iniciativa y que muestran la contraposición de la naturaleza y la ciudad. Se
muestran los deseos primarios no cubiertos por modales o convenciones.
(h. Batalla de Carnal y Cuaresma; triunfo
de Carnal y Amor. V 1067-1314)
Es un cuento alegórico de los ritos de la cuaresma. Carnal representa el
carnaval, Doña Cuaresma la moral religiosa: hay una batalla donde los soldados
son la comida típica del carnaval y la comida de la cuaresma. Don Carnal
pierde, se le toma confesión y sufre la penitencia de comer vegetales, rezar y
auto flagelarse. El día de la resurrección hace que vuelva Don Carnal con Don
Amor, Doña Cuaresma huye. Los dos ganadores son recibidos en procesión de la
ciudad. Don Amor decide hospedarse en casa del Arcipreste pero la ve pobre,
entonces arma una tienda que, alegóricamente, representa las estaciones y los
meses del año.
(i. Doña Garoza. V 1315-1507) Después de dos historias cortas de amor
fallido, aparece la historia más extensa del libro. Se trata de la historia de
amor con una monja en la cual trotaconventos tiene un papel muy importante. Es
ella quien elige a la mujer, y quien en la mayor parte del texto dialoga con
Garoza para que reciba al Arcipreste como amante. Estos diálogos son intercalados
con 10 historias de animales que sustentan la visión de cada una:
Trotaconventos convenciendo y Garoza resistiéndose. Al final Garoza pide a
Trotaconventos que le describa al Arcipreste, ella la convence con la
descripción y acepta que la vaya a visitar. Una vez se conocen se enamoran uno
del otro. La historia termina rápidamente, con la muerte de Garoza dos meses
después.
(j. Muerte de Trotaconventos. V 1508-1578) Después de una historia corta, en la cual
el Arcipreste intenta enamorarse de una mora, pero no lo logra al no poderse
comunicar con ella, sigue la muerte de Trotaconventos. Sin explicaciones
previas, Trotaconventos muere, lo que lleva a una reflexión del Arcipreste
sobre la vida y la muerte. Es el segundo momento de rompimiento de la obra.
Ante la muerte de su celestina, el Arcipreste sufre mucho y hace un largo
epitafio: habla de la muerte como enemiga del mundo y como la falta de vida y
dinamismo. Reflexiona sobre la posibilidad de la muerte y que solo el hacer
cosas buenas hace que aseguremos una buenaventura eterna (la riqueza no es mala
en sí sino usarla para salvar el alma). También retoma la imagen de Cristo para
hacer entender cómo el pecado en sí no envía al infierno, sino que es posible
salvarse con actos de contrición y caridad.
(k. Las armas del cristiano. V 1579-1617) Es la parte más doctrinal del libro. En
ella se describen lo que puede hacer un buen cristiano para combatir el mal.
Por ejemplo: para combatir la codicia, está el bautismo, etc. Termina con una
descripción de las buenas propiedades de las damas pequeñas.
(l. Última aventura y fin del libro V. 1618-1634) Ya sin Trotaconventos, el Arcipreste
encuentra un nuevo mensajero que es poco prudente. Este mensajero (Hurón) va
por todo el mercado preguntando sin temor por quién quiere ser amante del
Arcipreste. El libro termina retomando la idea de la interpretación que está
desarrollada al inicio del libro y con un permiso a que el libro sea completado
y que se debe circular libremente.
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