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Autor: Arnaut Daniel.
Título: Poesías. – {1200} [Barcelona: Editorial
Acantilado, 2004. 247 pp]. {Versión bilingüe con extensa introducción}
Poco
se sabe de la vida de Arnaut Daniel, excepto por comentarios intertextuales de
otros trovadores; se cree que su producción artística se realizó entre los años
de 1180 y 1210. Fue juglar y trovador de sí mismo, se sabe por datos que da en
su poesía que cantaba sus propias canciones, era aficionado a los dados y tuvo
un papel poco representativo en la política de su época. La poesía de Arnaut
Daniel consta de 17 poemas o canciones, que tienen diversas características,
pero que comparten la complejidad en la estructura, en la versificación, en el
uso de metáforas y en las relaciones que crea entre las palabras. Esta
complejidad lo convirtió en el trovador más representativo del llamado “trovar
car” o “trovar prim”: trova caracterizada por su complejidad y por la oscuridad
de las imágenes que maneja. Es conocido por ser el inventor de la “sextina” y
por la admiración que de él tuvieron Petrarca y Dante (quien lo pone como el
mejor trovador que conoce en el Canto XXVI del Purgatorio de su DC).
El
trabajo de Daniel, esta centrado en el desarrollo de la temática amorosa (tema
de casi todos sus poemas), pero resalta principalmente por la construcción
prolija y detallada. El mismo autor utiliza la imagen de la confección de
pequeños muebles o la filigrana de las joyas, para referirse a lo que debe
hacer un buen trovador. Es así que Daniel es el primer trovador que centra su
creación como un experimento formal en el cual busca constantemente la novedad,
la anormalidad, la creación de nuevas combinaciones de palabras, la rareza; de
ahí que se convierta en una piedra fundacional para posteriores autores que
miran en sus obras otra posibilidad de la poesía trovadoresca. En su época fue
considerado un autor pomposo y de difícil rima, la cual es principalmente
sonora y no semántica; el mismo Petrarca describió su escritura como un “decir extraño
y bello”. Por otro lado, la sextina, el gran aporte de Daniel a la poesía
trovadoresca, es un poema de seis estrofas, con seis versos cada una de ellas.
Se caracteriza por la repetición de seis palabras (no rimas), una al final de
cada verso, lo que convierte a la sextina en un juego de palabras y a la vez en
una especie de trabalenguas. Un análisis matemático ha descubierto que la
sextina tiene un orden que responde a cuestiones matemáticas relacionadas con las
seis caras que tiene un dado.
Temáticamente
la poesía de Daniel recupera todos los temas típicos del amor cortés, pero lo
hace desde el conceptualismo. El conceptualismo consta de una innovación en la
asociación de palabras y en las correspondencias que busca relacionar dos
elementos que tienen en común algo complejo (y distante), pero que permite la
polisemia y logra la descripción de sentimientos que no se podrían construir
desde otro lugar. Por ejemplo en algunos poemas el amor puede causar bostezos,
y a los males del amor el autor añade calambres o acciones como desperezarse.
Por otro lado, el juego de palabras también aparece para dar sentido irónico o
cómico (Pamplona se invierte y queda como el nombre de un planeta Luna-Papm); o
usa la sonoridad del aura para sugerir el nombre de una amada “laura”; en otro
poema él mismo reconoce las extrañas correspondencias que realiza al decir que “casa
la liebre con el buey”.
Como
en toda la poesía provenzal del amor cortés, en Daniel la dama es un sujeto inconmensurable,
intangible; nunca es algo material; es así que la temática del amor cortés es
místico y casi religioso. En todas las poesías de Daniel existe una referencia
metatextual en la cual aparece el autor hablando de la forma en la que se
debería trovar. Estructuralmente sus poesías inician con la descripción de un
lugar desde donde habla el trovador, a lo que se sigue la descripción de la
estación; esto contextualiza de manera clara el tono emocional que tendrá el
poema. Daniel es el primer poeta que lleva el provenzal (el “correcto provenzal”,
lo llama Dante; que, al hablar con Daniel, es el único momento en que cambia el
lenguaje en toda la DC) a su máxima
expresión, de tal forma que logra expresar sentimientos elevados y ontológicos,
cosa que no había hecho antes otro trovador provenzal; además la prolijidad en
la construcción de sus escritos insertó de manera novedosa, la idea de que la
extensión, sonoridad y rima del verso; se convertían en la medida de la emoción
y el pensamiento del autor.
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