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  1. 022. Autor: Anónimo
    Título: El Cantar del Mío Cid. – {1207} [Barcelona: Editorial Austral-Espasa, 2014. 477 pp]. {Incluye prólogo de Martín de Riquer; Edición de Juan Carlos Conde y versión antigua y prosificación moderna}
    El Cantar del Mío Cid, como su nombre lo indica es un poema para ser cantado. Forma parte del mester de Juglaría, en el cual los juglares (poetas profesionales que recitaban poemas y que tenían cierto conocimiento de las normas de recitación poética) cantaban de memoria, a diferentes públicos, las hazañas de héroes o de batallas a ser recordadas. Es además, un cantar de Gesta, es decir un canto que narra las hazañas históricas o legendarias  cuya trama y argumento el público ya conoce. Al igual que en Ilíada u Odisea, el canto está lleno de fórmulas fijas que permiten la mnemotecnia y una estructura que comparten varios cantares (como La chanson de Roland). La composición del Cid muestra que quien compiló finalmente el texto que conocemos tenía conocimiento de los elementos tanto de la juglaría como de cantos cultos que formaban parte del mester de Clerecía. Una de las fórmulas de la juglaría aparecen en el Cid claramente en dos ocasiones: una en el final de cada uno de los cantos en los cuales se cierra el canto y se abre; la segunda es el uso de cambios de conjugación verbal en el cual se llama la atención al público de lo que se está narrando (estilo pregonero).
    La transcripción del Cantar original del Cid fue realizado por “Per Abbat” en el siglo XIV. El manuscrito no es un libro de lujo, sino una especie de “guion” que podía usar el juglar para aprenderse el Canto. El Cantar del Cid probablemente ya existía a inicios del siglo XIII (año 1207); pero fue refundido y compilado por un hombre que seguramente conocía de leyes y que se puede ubicar geográficamente. Se destaca por ser el primer Cantar de Gesta que se narra cercano al momento histórico en el cual ocurren los eventos que describe: la historia se transfigura al momento en poesía épica. Los hechos que narra El Cantar del Mío Cid corresponden a la vida del Cid entre 1081 y 1094 (solo cien años después aparece el texto de Per Abbat, pero ya desde décadas anteriores se sabía que estas aventuras se cantaban por juglares). Uno de los elementos que muestran cómo hay un verismo histórico en el libro del Cid, es la forma en la cual (a diferencia de Chanson de Roland), los moros aparecen como malos o buenos, según se relacionen con el Cid y el rey Alfonso. No hay una mirada de contraste dual entre cristianos y moros. Es claro que, de todas formas, es una obra de ficción no es histórica. Tres de las historias del Cid que no ocurrieron en realidad son: el engaño a los judíos con los cofres de arena (cuento clásico clerical), la historia del León o la misma afrenta de Corpes.
    La forma en la cual se ha concebido el Cid es de dos formas: una de neo-tradicionalismo (armada por un autor que retoma lo juglaresco y lo popular) y una de individualismo (obra de un poeta culto, vinculado a un monasterio). La idea más fuerte es la del neo-tradicionalismo, dado que conecta la obra con un romancero y una tradición de juglaría, que va más allá de España y lo une con otros cantos de Gesta. Menendez Pidal indica que los autores del Cid pueden ser dos autores: uno más “noticioso” que escribiría aproximadamente en 1110 y uno más fantástico que escribiría en 1140. El Cantar del Mío Cid se divide en tres cantos: destierro (exilio) del Cid, las bodas, cantar de Corpes. En estos cantos no se narran las batallas como en Chanson de Roland, sino que se resumen y se remiten mucho a las ganancias monetarias y materiales que se ganan en cada una de las batallas; esta descripción engrandece al Cid dado que hace parecer que gana las batallas fácilmente.
    El Cid no narra tanto las victorias iniciales del Cid, sino las deshonras que sufre: inicia con el exilio y termina con la deshonra de sus hijas por parte de los infantes de Carrión. El fondo del Cid narra eventos que ocurrieron en realidad pero también añade hechos que nunca sucedieron (como la afrenta de Corpes); así hay en El Cid un verismo más que una verosimilitud. El hilo que une todo el Cantar del Mío Cid es la recuperación de la honra del héroe; y la forma en la cual recupera su honra es a través de la mesura y la ecuanimidad y la prudencia (no a través de la violencia): es un doble episodio de pérdida y recuperación de la Honra; primero honra pública y después honra personal. Una muestra de esto es que la afrenta de Corpes se resuelve con un juicio y no con una batalla violenta; o que el héroe no se enfrenta con odio al rey que lo destierra, sino que lo congratula con regalos para que lo acepte de nuevo.  El Cid, así se caracteriza por el tópico de “Sabiduría y fortaleza”. Así, el tema de lo caballeresco es muy importante porque recalca la relación entre el vasallo y el rey; no hay tanta escritura del amor cortés que aparece vagamente cuando el Cid habla de la relación de fidelidad y amor con Jimena.
    Elementos que caracterizan al Cid: el final del Cid no sigue la tradición de la venganza por batalla, a la afrenta causada por los infantes de Carrión, se sigue un juicio. El Cid se ocupa de la parte legal y monetaria, serán sus vasallos los que busquen una venganza por batalla; que no produce la muerte de los infantes, sino su deshonra. La figura del Cid es diferente a la de otros héroes de Cantares de Gesta: es más humano y lucha contra los moros, no por fe, sino por uso y delimitación de tierras. Otro elemento importante es que el Cid acepta ser vasallo así la conquista de Valencia lo ponga a la misma altura de Alfonso: no se convierte en proscrito, siempre le da dinero al rey, lo que quiere es volver a ser vasallo del rey, no pelear por fe o retar al rey.
    Esta obra se debe entender a partir de la invasión de los moros desde el 711. El reino de León (de Alfonso) se había convertido en el siglo XI en uno de los reinos más grandes; dado que exigía tributos a los pueblos moros que estaban en la frontera y que se adaptaban a las exigencias de los reyes españoles. La obra narra el ascenso social de un caballero que logra el poder mediante su trabajo y no mediante la nobleza (de ahí la afrenta que le hace Garci Ordóñez): logra un señorío hereditario, un castillo, unas tierras y honor. La política en la tierra en la que ocurre El Cid, permite el ascenso de esos señores en tierras y en honor; sin necesidad de la nobleza.
    En la obra se usan varios epítetos para nombrar al Cid (el que en buena hora nació, el que en buena hora cinchó la espada). Si bien hay una consideración a los moros, a los judíos no se les tiene consideración. El Cid ve el exilio como una posibilidad de conquista, no como un castigo. Escenas como la del León, no ocurrió y es de corte fantástica, solo sirve para crear más contraste entre el valor del Cid y la cobardía de los infantes de Carrión. Los verdaderos malvados de la obra no son los moros (se lucha contra ellos por tierras y riquezas, de manera honrosa) sino los infantes y todos los que están contra el honor del Cid.
    Argumento:
    (Parte perdida) El Cid parte a reclamar unos tributos a Granada y a Castilla. Ocurre una guerra entre las dos ciudades en la cual Granada gana. El Cid, defensor de las tierras de Castilla vence a Garcí Ordóñez (de Granada) y lo apresa. El Cid toma Castilla pero los enemigos lo indisponen ante el rey Alfonso, quien lo exilia de su reino.
    Canto 1 (el exilio): El Cid sale en exilio y se dirige a Burgos, en el camino nadie le quiere dar hospedaje por mandato del rey. Aparece el amigo Martín Anolínez, quien le ayuda a engañar a unos judíos con un par de cofres llenos de arena con los cuales obtiene ganancias para seguir su viaje. El Cid pasa por Cerdeña y se despide de su esposa Jimena y de sus hijas Elvira y Sol. Las encomienda al abad Don Sancho que las cuide. El Cid tiene un sueño en el cual el ángel Gabriel le dice que tendrá éxito en su empresa. En su huida, El Cid empieza a conquistar tierras. Primero embosca a Castejón, después la toma a Alcocer (por medio de un engaño militar, hacen salir a los moros haciendo que se crean ganadores y se meten en el castillo). Después El Cid defiende un cerco al castillo de Alcocer el cual realiza el rey moro de Valencia, Tamín; después de esta defensa, El Cid vende el castillo a los moros. Con el dinero ganado, El Cid pide a Alfar Núñez que le envíe caballos y dinero a Alfonso. El rey perdona a Núñez, pero no al Cid. La última batalla del primer canto es contra Ramón de Berenguer, conde de Barcelona, el cual aparece como cobarde y obstinado (todo lo contrario al Cid); en esta batalla gana la espada La Colada. El conde no quiere comer, el Cid le promete la libertad si come, ante lo que el conde come y el Cid cumple su palabra.
    Canto 2 (las bodas): El Cid sigue conquistando tierras en Valencia, hasta conseguir vencer en todo el territorio después de tres años de batallas. Por primera vez El Cid se asienta en un lugar después de su exilio, por ello reorganiza todo Valencia, repuebla el territorio con cristianos y crea un obispado en Sevilla, nombra como obispo a Don Jerónimo. Envía con Fáñez más regalos a Alfonso quien le permite que Doña Jimena y sus hijas se establezcan en Valencia y permite que quien desee se una a las batallas del Cid. Aparece Babieca, por primera vez, caballo que El Cid ha ganado al rey de Sevilla. La siguiente batalla es contra Yusúf, quien llega a las afueras de Valencia a pelear contra El campeador. De nuevo El Cid manda regalos al rey Alfonso, quien decide perdonarlo y sugiere el matrimonio entre los infantes de Carrión (nobles) y las hijas del Cid. El Cid acepta el consejo del rey sin estar totalmente contento de esa decisión; quien entrega a las hijas del Cid a los infantes es Minaya. Se realizan las bodas a petición del mismo rey, la boda es precedida por Jerónimo; pasan dos años de matrimonio.
    Canto 3 (afrenta de Corpes): El canto inicia con la escena del león el cual huye y aterroriza a los infantes de Carrión; por su parte el Cid lo enfrenta y su sola presencia lo apacigua. A esta escena sigue el cerco del rey Búcar a Valencia. En este enfrentamiento, los infantes de Carrión no demuestran valentía, sino que huyen y se esconden; todos se burlan de ellos pero no le dicen nada al Cid; en esta batalla el Cid gana La Tizona. Ante estos eventos, los infantes de Carrión deciden hacer un plan para quedarse con el dinero que ganaron en la repartición de la batalla y dejar a las hijas del Cid. Se dirigen a Carrión con Sol y Elvira; en el camino intentan matar, si éxito, al amigo moro del Cid: Abengalbón. Después abandonan a las hijas del Cid, las golpean y las dejan medio muertas en la mitad del camino. Félix Muñoz, sobrino del Cid, las salva y las lleva a Valencia de nuevo. En el camino comunican las noticias al Cid quien decide demandar a los infantes ante el rey y entablarles un juicio. El rey decide hacer el juicio en una corte principal. Los infantes deben ir y se asocian con Garcí Ordóñez para que hable por ellos. Los jueces son Don Enrique y Don Ramón. El Cid hace tres requerimientos: el primero que se le devuelvan las espadas (símbolo de familia); el segundo que se le devuelva el dinero que se le ha quitado (con esto los infantes quedan pobres porque deben pagar con sus bienes); la tercera es que se le devuelva la honra por la violencia cometida contra sus hijas. Ante esto se desarrolla una disputa por el valor de la sangre y los títulos nobiliarios versus valor del caballero valiente que no tiene nobleza. La pelea termina con la confesión de Pedro Bermúdez que cuenta la escena del León y la de la batalla. Por otro lado, los infantes de Navarra y Aragón piden la mano de las hijas del Cid. Al finalizar el canto se desarrollan unos duelos entre los infantes de Carrión y los guerreros del Cid. En la disputa, los guerreros del Cid son los ganadores, aunque no matan a los infantes de Carrión quienes pierden la honra pidiendo perdón y clemencia en el campo de batalla. El Cid, al final, hace una exposición de su valor montando a Babieca de manera formidable. El canto finaliza con las nuevas bodas de las hijas del Cid y la muerte del héroe muchos años después.
    Personajes:
    -        Rodrigo Díaz de Vivar: Héroes de Castilla, caballero apodado El cid y El campeador; el que en buena hora nació, o el que en buena hora cinchó espada,
    -        Doña Jimena: Esposa de Rodrigo Díaz, el Cid.
    -        Doña Elvira y Doña Sol: hijas del Cid y Doña Jimena.
    -        El Rey Alfonso: Rey de Castilla y León. Destierra al Cid y posteriormente permite que se reencuentre con su familia.
    -        Los infantes de Carrión: yernos del Cid y tras los incidentes del león traman la afrenta de las hijas del Cid (Diego y Fernando).
    -        Álvar Fáñez: (Minaya). Primo del Cid y su aliado principal, estratega y lugarteniente.
    -        Martín Antolínez: Burgalés amigo del Cid. Consigue dinero con los judíos ayuda con refuerzos.
    -        Don Jerónimo: Obispo de Valencia, el sacerdote que pelea las batallas del Cid.
    -        Garcí Ordóñez: noble opositor del Cid en la corte de Alfonso, envidia su ascenso y contrapone su sangre al valor guerrero del Cid.
    -        Yúcef y Búcar: reyes de Marruecos, a los cuales vence el Cid.
    -        Pedro Bermúdez: soldado del Cid, es quien cuenta las escenas del león y la batalla en el juicio.
    -        Abad Don Sancho: Cuida a doña Jimena y a las hijas del Cid en el canto 1.
    -        Don Ramón de Berenguer: conde de Barcelona: cobarde y contraposición del Cid.
    -        Colada, tizona, Babieca: espadas y caballo del Cid.
    -        Félix Muñoz: sobrino del Cid, es quien salva de la muerte a Sol y a Elvira.

    -        Abengalbón: moro amigo del Cid, a quien los infantes de Carrión tratan de matar.

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