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Autor: Anónimo
Título:
El Cantar del Mío Cid. – {1207}
[Barcelona: Editorial Austral-Espasa, 2014. 477 pp]. {Incluye prólogo de Martín
de Riquer; Edición de Juan Carlos Conde y versión antigua y prosificación
moderna}
El
Cantar del Mío Cid, como su nombre lo
indica es un poema para ser cantado. Forma parte del mester de Juglaría, en el
cual los juglares (poetas profesionales que recitaban poemas y que tenían
cierto conocimiento de las normas de recitación poética) cantaban de memoria, a
diferentes públicos, las hazañas de héroes o de batallas a ser recordadas. Es
además, un cantar de Gesta, es decir un canto que narra las hazañas históricas
o legendarias cuya trama y argumento el
público ya conoce. Al igual que en Ilíada
u Odisea, el canto está lleno de
fórmulas fijas que permiten la mnemotecnia y una estructura que comparten
varios cantares (como La chanson de
Roland). La composición del Cid muestra que quien compiló finalmente el
texto que conocemos tenía conocimiento de los elementos tanto de la juglaría
como de cantos cultos que formaban parte del mester de Clerecía. Una de las
fórmulas de la juglaría aparecen en el Cid claramente en dos ocasiones: una en
el final de cada uno de los cantos en los cuales se cierra el canto y se abre;
la segunda es el uso de cambios de conjugación verbal en el cual se llama la
atención al público de lo que se está narrando (estilo pregonero).
La
transcripción del Cantar original del Cid fue realizado por “Per Abbat” en el
siglo XIV. El manuscrito no es un libro de lujo, sino una especie de “guion”
que podía usar el juglar para aprenderse el Canto. El Cantar del Cid
probablemente ya existía a inicios del siglo XIII (año 1207); pero fue
refundido y compilado por un hombre que seguramente conocía de leyes y que se
puede ubicar geográficamente. Se destaca por ser el primer Cantar de Gesta que
se narra cercano al momento histórico en el cual ocurren los eventos que
describe: la historia se transfigura al momento en poesía épica. Los hechos que
narra El Cantar del Mío Cid corresponden a la vida del Cid entre 1081 y 1094
(solo cien años después aparece el texto de Per Abbat, pero ya desde décadas anteriores
se sabía que estas aventuras se cantaban por juglares). Uno de los elementos
que muestran cómo hay un verismo histórico en el libro del Cid, es la forma en
la cual (a diferencia de Chanson de
Roland), los moros aparecen como malos o buenos, según se relacionen con el
Cid y el rey Alfonso. No hay una mirada de contraste dual entre cristianos y
moros. Es claro que, de todas formas, es una obra de ficción no es histórica.
Tres de las historias del Cid que no ocurrieron en realidad son: el engaño a
los judíos con los cofres de arena (cuento clásico clerical), la historia del
León o la misma afrenta de Corpes.
La
forma en la cual se ha concebido el Cid es de dos formas: una de
neo-tradicionalismo (armada por un autor que retoma lo juglaresco y lo popular)
y una de individualismo (obra de un poeta culto, vinculado a un monasterio). La
idea más fuerte es la del neo-tradicionalismo, dado que conecta la obra con un
romancero y una tradición de juglaría, que va más allá de España y lo une con
otros cantos de Gesta. Menendez Pidal indica que los autores del Cid pueden ser
dos autores: uno más “noticioso” que escribiría aproximadamente en 1110 y uno
más fantástico que escribiría en 1140. El Cantar
del Mío Cid se divide en tres cantos: destierro (exilio) del Cid, las
bodas, cantar de Corpes. En estos cantos no se narran las batallas como en Chanson de Roland, sino que se resumen y
se remiten mucho a las ganancias monetarias y materiales que se ganan en cada
una de las batallas; esta descripción engrandece al Cid dado que hace parecer
que gana las batallas fácilmente.
El
Cid no narra tanto las victorias iniciales del Cid, sino las deshonras que
sufre: inicia con el exilio y termina con la deshonra de sus hijas por parte de
los infantes de Carrión. El fondo del Cid narra eventos que ocurrieron en
realidad pero también añade hechos que nunca sucedieron (como la afrenta de
Corpes); así hay en El Cid un verismo más que una verosimilitud. El hilo que
une todo el Cantar del Mío Cid es la
recuperación de la honra del héroe; y la forma en la cual recupera su honra es
a través de la mesura y la ecuanimidad y la prudencia (no a través de la
violencia): es un doble episodio de pérdida y recuperación de la Honra; primero
honra pública y después honra personal. Una muestra de esto es que la afrenta
de Corpes se resuelve con un juicio y no con una batalla violenta; o que el
héroe no se enfrenta con odio al rey que lo destierra, sino que lo congratula
con regalos para que lo acepte de nuevo. El Cid, así se caracteriza por el tópico de
“Sabiduría y fortaleza”. Así, el tema de lo caballeresco es muy importante
porque recalca la relación entre el vasallo y el rey; no hay tanta escritura
del amor cortés que aparece vagamente cuando el Cid habla de la relación de
fidelidad y amor con Jimena.
Elementos
que caracterizan al Cid: el final del Cid no sigue la tradición de la venganza
por batalla, a la afrenta causada por los infantes de Carrión, se sigue un
juicio. El Cid se ocupa de la parte legal y monetaria, serán sus vasallos los
que busquen una venganza por batalla; que no produce la muerte de los infantes,
sino su deshonra. La figura del Cid es diferente a la de otros héroes de
Cantares de Gesta: es más humano y lucha contra los moros, no por fe, sino por
uso y delimitación de tierras. Otro elemento importante es que el Cid acepta ser
vasallo así la conquista de Valencia lo ponga a la misma altura de Alfonso: no
se convierte en proscrito, siempre le da dinero al rey, lo que quiere es volver
a ser vasallo del rey, no pelear por fe o retar al rey.
Esta obra se
debe entender a partir de la invasión de los moros desde el 711. El reino de
León (de Alfonso) se había convertido en el siglo XI en uno de los reinos más
grandes; dado que exigía tributos a los pueblos moros que estaban en la
frontera y que se adaptaban a las exigencias de los reyes españoles. La obra
narra el ascenso social de un caballero que logra el poder mediante su trabajo
y no mediante la nobleza (de ahí la afrenta que le hace Garci Ordóñez): logra
un señorío hereditario, un castillo, unas tierras y honor. La política en la
tierra en la que ocurre El Cid, permite el ascenso de esos señores en tierras y
en honor; sin necesidad de la nobleza.
En la obra se
usan varios epítetos para nombrar al Cid (el que en buena hora nació, el que en
buena hora cinchó la espada). Si bien hay una consideración a los moros, a los
judíos no se les tiene consideración. El Cid ve el exilio como una posibilidad
de conquista, no como un castigo. Escenas como la del León, no ocurrió y es de
corte fantástica, solo sirve para crear más contraste entre el valor del Cid y
la cobardía de los infantes de Carrión. Los verdaderos malvados de la obra no
son los moros (se lucha contra ellos por tierras y riquezas, de manera honrosa)
sino los infantes y todos los que están contra el honor del Cid.
Argumento:
(Parte perdida) El Cid parte a reclamar unos tributos a
Granada y a Castilla. Ocurre una guerra entre las dos ciudades en la cual
Granada gana. El Cid, defensor de las tierras de Castilla vence a Garcí Ordóñez
(de Granada) y lo apresa. El Cid toma Castilla pero los enemigos lo indisponen ante
el rey Alfonso, quien lo exilia de su reino.
Canto 1 (el exilio): El Cid sale en exilio y se dirige a
Burgos, en el camino nadie le quiere dar hospedaje por mandato del rey. Aparece
el amigo Martín Anolínez, quien le
ayuda a engañar a unos judíos con un par de cofres llenos de arena con los
cuales obtiene ganancias para seguir su viaje. El Cid pasa por Cerdeña y se
despide de su esposa Jimena y de sus
hijas Elvira y Sol. Las encomienda al abad
Don Sancho que las cuide. El Cid tiene un sueño en el cual el ángel Gabriel
le dice que tendrá éxito en su empresa. En su huida, El Cid empieza a conquistar
tierras. Primero embosca a Castejón, después la toma a Alcocer (por medio de un
engaño militar, hacen salir a los moros haciendo que se crean ganadores y se
meten en el castillo). Después El Cid defiende un cerco al castillo de Alcocer
el cual realiza el rey moro de Valencia, Tamín;
después de esta defensa, El Cid vende el castillo a los moros. Con el dinero
ganado, El Cid pide a Alfar Núñez
que le envíe caballos y dinero a Alfonso. El rey perdona a Núñez, pero no al
Cid. La última batalla del primer canto es contra Ramón de Berenguer, conde de Barcelona, el cual aparece como
cobarde y obstinado (todo lo contrario al Cid); en esta batalla gana la espada La
Colada. El conde no quiere
comer, el Cid le promete la libertad si come, ante lo que el conde come y el
Cid cumple su palabra.
Canto 2 (las bodas): El Cid sigue conquistando tierras en
Valencia, hasta conseguir vencer en todo el territorio después de tres años de
batallas. Por primera vez El Cid se asienta en un lugar después de su exilio,
por ello reorganiza todo Valencia, repuebla el territorio con cristianos y crea
un obispado en Sevilla, nombra como obispo a Don Jerónimo. Envía con Fáñez más regalos a Alfonso quien le
permite que Doña Jimena y sus hijas se establezcan en Valencia y permite que
quien desee se una a las batallas del Cid. Aparece Babieca, por primera vez,
caballo que El Cid ha ganado al rey de Sevilla. La siguiente batalla es contra
Yusúf, quien llega a las afueras de Valencia a pelear contra El campeador. De
nuevo El Cid manda regalos al rey Alfonso, quien decide perdonarlo y sugiere el
matrimonio entre los infantes de Carrión (nobles) y las hijas del Cid. El Cid
acepta el consejo del rey sin estar totalmente contento de esa decisión; quien
entrega a las hijas del Cid a los infantes es Minaya. Se realizan las bodas a
petición del mismo rey, la boda es precedida por Jerónimo; pasan dos años de
matrimonio.
Canto 3 (afrenta de Corpes): El canto inicia con la escena del león el
cual huye y aterroriza a los infantes de Carrión; por su parte el Cid lo
enfrenta y su sola presencia lo apacigua. A esta escena sigue el cerco del rey Búcar a Valencia. En este
enfrentamiento, los infantes de Carrión no demuestran valentía, sino que huyen
y se esconden; todos se burlan de ellos pero no le dicen nada al Cid; en esta
batalla el Cid gana La Tizona. Ante estos
eventos, los infantes de Carrión deciden hacer un plan para quedarse con el
dinero que ganaron en la repartición de la batalla y dejar a las hijas del Cid.
Se dirigen a Carrión con Sol y Elvira; en el camino intentan matar, si éxito,
al amigo moro del Cid: Abengalbón.
Después abandonan a las hijas del Cid, las golpean y las dejan medio muertas en
la mitad del camino. Félix Muñoz, sobrino
del Cid, las salva y las lleva a Valencia de nuevo. En el camino comunican las
noticias al Cid quien decide demandar a los infantes ante el rey y entablarles
un juicio. El rey decide hacer el juicio en una corte principal. Los infantes
deben ir y se asocian con Garcí Ordóñez para que hable por ellos. Los jueces
son Don Enrique y Don Ramón. El Cid hace tres requerimientos: el primero que se
le devuelvan las espadas (símbolo de familia); el segundo que se le devuelva el
dinero que se le ha quitado (con esto los infantes quedan pobres porque deben
pagar con sus bienes); la tercera es que se le devuelva la honra por la
violencia cometida contra sus hijas. Ante esto se desarrolla una disputa por el
valor de la sangre y los títulos nobiliarios versus valor del caballero
valiente que no tiene nobleza. La pelea termina con la confesión de Pedro Bermúdez
que cuenta la escena del León y la de la batalla. Por otro lado, los infantes
de Navarra y Aragón piden la mano de las hijas del Cid. Al finalizar el canto
se desarrollan unos duelos entre los infantes de Carrión y los guerreros del
Cid. En la disputa, los guerreros del Cid son los ganadores, aunque no matan a
los infantes de Carrión quienes pierden la honra pidiendo perdón y clemencia en
el campo de batalla. El Cid, al final, hace una exposición de su valor montando
a Babieca de manera formidable. El canto finaliza con las nuevas bodas de las
hijas del Cid y la muerte del héroe muchos años después.
Personajes:
-
Rodrigo Díaz de Vivar: Héroes de Castilla, caballero apodado El
cid y El campeador; el que en buena hora nació, o el que en buena hora cinchó
espada,
-
Doña Jimena: Esposa de Rodrigo Díaz, el Cid.
-
Doña Elvira y Doña Sol: hijas del Cid y Doña Jimena.
-
El Rey Alfonso: Rey de Castilla y León. Destierra al Cid y
posteriormente permite que se reencuentre con su familia.
-
Los infantes de Carrión: yernos del Cid y tras los incidentes del
león traman la afrenta de las hijas del Cid (Diego y Fernando).
-
Álvar Fáñez: (Minaya). Primo del Cid y su aliado principal,
estratega y lugarteniente.
-
Martín Antolínez: Burgalés amigo del Cid. Consigue dinero con
los judíos ayuda con refuerzos.
-
Don Jerónimo: Obispo de Valencia, el sacerdote que
pelea las batallas del Cid.
-
Garcí Ordóñez: noble opositor del Cid en la corte de
Alfonso, envidia su ascenso y contrapone su sangre al valor guerrero del Cid.
-
Yúcef y Búcar: reyes de Marruecos, a los cuales vence el
Cid.
-
Pedro Bermúdez: soldado del Cid, es quien cuenta las
escenas del león y la batalla en el juicio.
-
Abad Don Sancho: Cuida a doña Jimena y a las hijas del
Cid en el canto 1.
-
Don Ramón de Berenguer: conde de Barcelona: cobarde y contraposición
del Cid.
-
Colada, tizona, Babieca: espadas y caballo del Cid.
-
Félix Muñoz: sobrino del Cid, es quien salva de la muerte a Sol y a Elvira.
-
Abengalbón: moro amigo del Cid, a quien los infantes
de Carrión tratan de matar.
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