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Autor: Eurípides.
Eurípides es el último de los tres grandes
escritores de tragedia de Gracia clásica. Ya con Eurípides se empieza a
vislumbrar un cambio sustancial en la tragedia que marca el inicio de una nueva
forma de ver el mundo; es el fin de los conceptos heroicos y teológicos que
estaban presentes desde Homero. Es imprescindible entender que, diferente a
Esquilo y a Sófocles, Eurípides ya no trabaja con una axiología propia de una
clase aristocrática cuyos valores están más semejantes al mundo heroico (así
ellos mismos sean burgueses), sino que plantea héroes más cercanos a su mundo
contemporáneo y que están marcados por cualidades propias de la democracia. En
la Atenas de Eurípides, la democracia empezó a plantear un problema entre la
individualidad y la comunidad dado que había una representatividad del sujeto,
pero unas leyes que intentaban cohesionar una comunidad. Parte de ese
alejamiento de los valores teológicos tiene que ver con la forma en la cual se
observan los dioses. Así, en Eurípides se puede vislumbrar una disolución de la
tragedia, dado que hay un modo anti-heroico de ver el mundo, el cual está
conectado a un escepticismo teológico. En lugar de la hamartía de Esquilo y Sófocles, en Eurípides hay una tyché o un azar que le quita poder a los
dioses y convierte al hombre en un juguete del destino.
La relación de Eurípides con los sofistas
es muy cercana: en las tragedias de Eurípides, los temas míticos sirven como
pretexto para hablar de los problemas más contemporáneos de la burguesía
ateniense. Así sus temas son las relaciones entre los sexos, la crueldad de la
guerra, los problemas esclavistas. Claramente, la única forma en la cual el
autor aborda este tipo de temas es justamente la retórica (sofista). La
predilección por observar las posiciones de cada uno de los personajes
contrapuestos en sus individualidades y no como sujetos de un plan divino, ya
establece una mirada diferente. Algunas de las obras de Eurípides tienden a los
finales felices los cuales (contrario a autores como Esquilo) disuelven los
problemas trágicos. Un último tema importante tiene que ver con el tema de la
culpabilidad o la falta de culpabilidad de los personajes. Así, se empieza a
dudar de los destinos preestablecidos de los dioses (y de los oráculos) y por
primera vez se plantea un punto de vista subjetivo; así aparece el tema de la
imputabilidad.
(*) Título: Electra. – {417-413 a.C.} [Madrid: Cátedra. 2012. pp 69-128. (en: Tragedias II)]
En esta obra trágica, Eurípides retoma el
tema clásico de la maldición de la casa de Tebas que ya había sido tratado por
Sófocles pero lo aborda de manera diferente. Eurípides narra el asesinato de
Clitemnestra y Egisto por parte de Orestes y Electra, pero muestra unos
personajes muy cercanos a su contemporaneidad. Se recalca en esta obra la duda
por la verdad del oráculo de Apolo, la bondad con la que se muestra a
Clitemnestra y a Egisto y la actitud casi criminal con la que actúan tanto
Electra como Orestes. Al finalizar la obra, Eurípides recurre a uno de los
elementos característicos de su obra: el deus
ex machina. Gracias a este elemento, Eurípides resuelve (por medio de los
“Dioscuros”: Cástor y Pólux) el castigo para Orestes, el futuro para Electra,
el premio para el esposo de Electra y el fin de toda la obra.
Los personajes de esta obra se
caracterizan por ser personas del común. Eurípides reelabora al héroe trágico
no como un héroe, sino como una persona similar a los espectadores. Eurípides
altera la historia tradicional introduciendo a Electra como la esposa de un
campesino pobre, con el cual Egisto la ha casado. Esto no solo funciona en el
plano argumentativo (Egisto lo ha ordenado para que no pudiera tener hijos que
lo reten), sino que permite la representación de la vida rural con el trabajo
que esto conlleva. Así, Electra carga agua, limpia la casa y ayuda al trabajo
de su esposo. Por otro lado, una de las quejas recurrentes de Electra en esta
obra no es sólo por el asesinato de Agamenón, sino porque se siente ultrajada
al haber sido sacada del palacio. Por otro lado, este desplazamiento le permite
localizar la obra en un paisaje que se aleja de lo urbano y refuerza unas
actitudes y conversaciones más cotidianas que en las tragedias anteriores. El
personaje de Electra presenta al ideal de mujeres atenienses del siglo V:
autosuficiente y fuerte; aun así recibe un regaño de su esposo cuando la regaña
por estar junto a hombres extraños en la casa y, además sufre vergüenza por su
estado financiero cuando ofrece una comida a los extraños.
Es posible dividir la obra en dos grandes
partes: mientras en la primera Eurípides hace la presentación de los personajes
a partir de las acciones cotidianas, la contemporaneidad y la identificación
con el público; en la segunda presenta el plan que será ejecutado por Electra y
Orestes. Esta segunda parte es contradictoria, dado que algunos recalcan aquí
la actitud de los dos hermanos como de cobardía (la cual se puede confundir con
prudencia) y otros ven la calidad humana que los hace dudar y que exista la
opción de no actuar. Incluso personajes como Egisto o Clitemnestra no aparecen
como malvados (como sí ocurre en Esquilo): Egisto invita a los extraños a las
festividades y Clitemnestra da cuenta de lo justo de su asesinato a Agamenón
(centrándose en la falta de Agamenón al llevar a Casandra a casa), y además,
perdona a su hija por el odio que tiene al darse cuenta del amor que le tiene a
su padre (llama hija a Electra y Eurípides exalta su lado maternal). Así señala
una posible empatía del público por Clitemnestra e incluso por Orestes quien,
antes y después de cometer el matricidio, se arrepiente y se pregunta por la
validez de su venganza. Por otro lado, la responsabilidad de los asesinatos no
está del lado de los sujetos, sino por una mala acción que predice y obliga el
oráculo de Apolo. Así, la culpa recae de manera más fuerte sobre los dioses que
se equivocan y no sobre los sujetos que son juguetes del destino. Al finalizar
la obra, los mismos Dioscuros señalan la culpabilidad en Apolo y su oráculo,
quien se ha equivocado al ordenar el matricidio.
Otros elementos a tener en cuenta son: la
dicotomía entre virtud y riqueza; la retórica y las descripciones naturalistas
de la tragedia. Durante toda la obra, uno de los elementos que está presente es
la calidad de la virtud. La contraposición que presenta Eurípides es la del
campesino (esposo de Electra) y la de los nobles como Egisto. En lugar de
dejarlo como secundario, Eurípides desarrolla el personaje del campesino y
contrapone su virtud al invitar a Orestes a comer, al respetar la virginidad de
Electra y ayudar y servir como no lo hacen los nobles en obras de Esquilo o
Sófocles. Además de subrayar la identificación de los espectadores con el
personaje, sirve para poner en duda el concepto de nobleza y desvanecer lo
heroico de la sangre, en pro de una construcción de lo heroico de las acciones.
Una segunda característica de Electra es
la aparición de una serie de diálogos que están armados a partir de la retórica
propia de los sofistas. En lugar de entrar en un destino y aceptarlo ciegamente,
los personajes argumentan sus decisiones, las confrontan y llegan a una serie
de conclusiones que parten justamente de esas contraposiciones dialógicas. Vale
la pena recalcar el uso de la retórica por el personaje de Electra en su
diálogo con Clitemnestra y también en su diálogo con Orestes. Incluso al
momento de iniciar sus discursos, los personajes reflexionan sobre cuál es la
mejor forma para hablar y producir una serie de discursos que les den la razón;
mostrando una reflexión meta-textual sobre sus propias palabras. Finalmente, el
lenguaje en Eurípides ya está despojado de una serie de características de
nobleza y de metáforas cercanas al mundo heroico (elemento que aparece como una
crítica en Las Ranas de Aristófanes)
y se convierte en un lenguaje más cercano al cotidiano. Uno de los ejemplos más
claros del uso de este lenguaje es la descripción que hace Electra del
asesinato de Clitemnestra, en el cual describe los pormenores del asesinato
tanto de Agamenón, como el de Egisto. En ambos casos, Eurípides se preocupa por
narrar los pormenores sangrientos de cada una de las acciones. Este lenguaje
naturalista (unido al uso de insultos, como los dirigidos por Electra al
cadáver de Egisto) será también una marca distintiva de la transformación que
conllevan las tragedias de Eurípides.
(*) Título: Las Troyanas. – {417-413 a.C.} [Madrid: Cátedra. 2012. pp 191-245.
(en: Tragedias II)]
La escritura de la tragedia Las Troyanas fue realizada al finalizar
la segunda fase de la guerra del Peloponeso, momento en el cual el ejército
ateniense sufrió una de sus más grandes derrotas. Las Troyanas es la obra anti-guerra por excelencia. Es por esto que
el autor muestra de manera explícita las consecuencias de la guerra y traslada
el dolor y la devastación de la guerra a un espacio mítico: la guerra de Troya;
buscando con esto dar una validez universal al dolor de la guerra. Los
derrotados aparecen como personajes nobles y adoloridos, mientras que los
griegos vencedores son crueles y fríos. Eurípides se centra en el personaje de
Hécuba, quien de ser la reina de Troya ha pasado a convertirse en una esclava y
ha perdido a su esposo, sus hijas y su nieto. Por otro lado, es importante ver
cómo aparece la mujer como el sujeto de la guerra que, sin participar activamente
en ella, es quien ha sufrido más fuertemente sus efectos.
La obra inicia con Poseidón y Atenea
teniendo una conferencia en la cual se cuenta que Políxena ha sido sacrificada
en la tumba de Aquiles y cómo Agamenón ha violado a Casandra en el altar de
Atenea; ante estos sucesos, los dos dioses deciden aliarse para castigar a los
griegos por las faltas cometidas. Posteriormente la obra se centra en Hécuba y
sus quejas a los dioses por haber sido destinada como esclava de Odiseo; a
partir de ese momento, la tragedia se divide en tres partes claramente
diferenciadas: (1) la primera es la aparición de Casandra (hija de Hécuba) quien
profetiza la tragedia de la familia de Atreo (Agamenón-Clitemnestra-Electra) y
lamenta la obligación de su himeneo con Agamenón. (2) En la segunda aparece Andrómaca
nuera de Hécuba (ex esposa de Héctor) quien le anuncia a Hécuba la muerte de su
otra hija, Políxena, y a quien le quitan a su hijo Astianacte (nieto de Hécuba)
que será lanzado de los muros de Troya por decisión de Odiseo. (3) En la
tercera y última parte, aparecen Menealo y Helena, en esta parte se presenta
una discusión entre Helena y Hécuba, en la cual cada una de ellas da una
perspectiva en la cual se culpa o exculpa a Helena como causante de la guerra
de Troya. Al final de la obra, Astianacte es asesinado y Hécuba es entregada a
Odiseo. Un personaje muy importante de la obra es Taltibio, heraldo griego que
es el encargado de anunciar las noticias de los héroes griegos y tiene
discusiones argumentadas con Hécuba.
En esta obra, Eurípides muestra el
sufrimiento de los vencidos y la poca ganancia que han tenido quienes han
triunfado. Es demostrado cómo la conquista que entrega gloria a los vencedores
se hace a partir de las ruinas de los vencidos. Con la aparición de la hybris de los vencedores, la cual es
anunciada desde el inicio de la obra por Poseidón, Eurípides muestra cómo la
guerra, al final no distingue entre vencedores o vencidos. Otro de los temas
centrales es la queja que Hécuba eleva a los dioses a quienes ha hecho
sacrificios, pero que parecen olvidarla cuando ocurre la guerra de Troya. Hécuba
parece reclamar a los dioses su responsabilidad por lo ocurrido en Troya, Hécuba
concluye afirmando que su culto no es verdadero sino que forma parte de la
costumbre. Ya con este tipo de inserciones es posible ver la crítica que
Eurípides hace a la idea antigua de unos dioses que marcan un destino obligado
para los hombres; al parecer los dioses sólo pueden llevar sufrimiento al ser
humano.
Esta duda por el papel de los dioses está
corroborado por el juicio que hace Hécuba a Helena. En un movimiento novedoso
para la tragedia clásica, Hécuba se atreve a desafiar la mitología (la carrera
por la belleza y la manzana de la discordia) a través de un discurso
argumentativo completamente lógico y racional; Eurípides contrapone la ciega
creencia del mito al pensamiento racional del discurso. La conclusión de esta
contraposición es una pregunta por qué tan responsables somos los humanos por
nuestros propios caminos y cómo utilizamos al destino (divino) como excusa por
nuestras faltas; tal como lo hace Helena. Por otro lado, en este juicio a
Helena, es posible ver una diferencia radical entre el deseo (el que Helena
causa) y la violencia (la violación y la esclavitud sexual de las mujeres
troyanas vencidas). Al final, el discurso de Hécuba
La diferencia ente un matrimonio basado en
el deseo y el amor, y uno realizado por violencia es confirmada en el largo
monólogo de Casandra (cantado en forma de un irónico himno nupcial) quien en un
trance de locura (delirio báquico), utiliza alternadamente, y con adjetivos
contradictorios, la palabra “matrimonio” para describir su esclavitud. Lejos de
una locura, lo que revela Casandra en su discurso son los antagonismos que
sufre la mujer en la guerra y en la sociedad griega de la época. Así, Eurípides
hace un correlato entre la caída de la ciudad de Troya y la violación de las
mujeres; y de la victoria de los griegos con la apropiación de la actividad
(re)productiva femenina. Esta es una de las razones de la muerte de Astianacte,
la cual marca la conclusión de la guerra para los perdedores: la muerte para
los hombres, la esclavitud para las mujeres; y el nacimiento de nuevos sujetos
para el enemigo: las mujeres troyanas, tendrán hijos griegos. Por otro lado, el
discurso de Casandra señala el tortuoso papel de los vencedores que llegan a
tierras extranjeras a luchas por conquista, en contraposición al heroísmo
troyano que muere en su patria o su territorio, para defender un honor. Esto,
claramente se dirige al contexto de la obra y la Guerra del Peloponeso.
El caso de Andrómaca es diferente: en un
discurso argumentado doble, Andrómaca (que ha sido pedida por el hermano de
Aquiles) sustenta su decisión de seguir honrando a Héctor y no respetar su nuevo
“matrimonio”. Como contraposición, Hécuba argumenta que no tiene otra opción
que venerar a su nuevo esposo y esperar que algún día sus hijos vuelvan a
poblar Troya.
Otros elementos a tener en consideración, son
la estructura recurrente de una contraposición de argumentos en los cuales la
lógica se contrapone a las cosmogonías y los designios de los dioses; además el
uso del lenguaje “naturalista” cercano a lo descriptivo escatológico en escenas
como la noticia de la muerte de Astianacte en la cual se narra al detalle la
condición en la que quedó el cuerpo del niño después de haber sido lanzado
desde las torres Troya. Finalmente, la polaridad entre bárbaros y griegos es
compleja, esto dado que mientras la contraposición siempre se ha estructurado
en el par Griegos vs bárbaros; en esta obra es Helena (griega) la que es
llamada bárbara mientras la lógica y la lealtad están con las extranjeras
Hécuba y Andrómaca. Por último, es interesante que la identificación que
propone Eurípides para un público Griego es justamente con las mujeres de los
vencidos; esta extrapolación permite sacar a los personajes de un contexto
específico y ubicar el conflicto en el espacio del género y del sufrimiento de
la guerra general.
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